Hace ya demasiado tiempo que el tema de los concursos, para conseguir una cuenta o un proyecto, se instaló como costumbre en este oficio de la publicidad.
Algo que sólo ocurría cuando se trataba de un encargo de las administraciones públicas y su necesidad de transparencia (cuando se hace uso del dinero de todos) se ha acabado incorporando de forma “natural” a todos los sectores y empresas.
La cosa ha degenerado hasta tal punto que, hoy día, cualquier anunciante al margen de su tamaño, se ve con valor de poner a concurso la realización de un simple tríptico o un catálogo.
-Hoy día cualquier anunciante, al margen de su tamaño, se ve con valor de poner a concurso la realización de un simple tríptico.-
La justificación para proceder así es clara: obtener de esta manera más opciones creativas y una mejor propuesta económica para su proyecto. Esto, que parece de una lógica aplastante, falla por la base.
El responsable de marketing o comunicación que obra sobre esta lógica demuestra, por lo general, un escaso conocimiento sobre el sector, del quién es quién en este oficio y lo que es peor, de su funcionamiento.
Cuando se desconoce un sector, lo más probable es que se desconozcan también los cómo y los por qué de sus procesos y por lo tanto se tenga una formación más bien precaria para discernir con buen criterio sobre la solución más adecuada, quedando ésta sustentada únicamente por los gustos y en otras ocasiones por un criterio aún más subjetivo; el precio.
Los proyectos así planteados quedan normalmente desligados de la estrategia de la marca o el producto (si es que la hay) y por lo general acaban siendo más un brindis al sol realizado por el profesional pensando más en impactar al cliente y conseguir así el encargo, que primando la idoneidad de éste.
Esta forma de trabajar para los concursos, puede parecer una actitud cuestionable, pero en realidad es la única salida que queda cuando alguien te convoca a trabajar “gratis” en su proyecto y tus honorarios van a supeditarse a que le guste o no tu trabajo. Sobre todo cuando conseguir ese proyecto tampoco te garantiza una futura relación con el cliente, ya que cada nuevo encargo suele solucionarlo a través del mismo sistema de concurso.
Por otra parte, cuando un anunciante pone a concurso abierto sus piezas de comunicación, lo razonable sería pensar que no expondrá su estrategia a empresas que pueden no ser seleccionadas y trabajar mañana para su competencia.
-Los trabajos presentados se convierten así en simples ejercicios creativos que el seleccionado deberá volver a realizar para ajustarlo a la estrategia.-
Por lo que los trabajos presentados se convierten así en simples ejercicios creativos que el seleccionado deberá volver a realizar para ajustarlo a la estrategia (insisto, si la hay) o se difundirán tal cual haciendo que la imagen de marca se vuelva más inconexa con cada pieza de comunicación que difunde, sin construir una imagen de marca o producto sólida y coherente. En definitiva, convirtiendo ese gasto de comunicación en un despilfarro, en lugar de convertirlo en una buena inversión para la marca.
Cuando la relación de la agencia (creativo o diseñador) con el anunciante queda reducida al rol de simple proveedor esporádico de servicios, el anunciante desaprovecha el potencial y las oportunidades que se generan en una relación estable.
En una relación estable y continuada, la agencia o el profesional se sumerge en un conocimiento profundo de la estrategia de su cliente, en sus productos, en la problemática del sector, su competencia… pudiendo aportar así soluciones más adecuadas que ayuden de forma eficaz a la sólida construcción de la marca, e incluso ayudando, con su creatividad, a diseñar nuevos productos o idear nuevos usos para éstos en otros mercados.
-El sistema de los concursos sólo representa un despilfarro de ideas, energía, tiempo y dinero para ambas partes.-
En definitiva, el sistema de los concursos sólo representa un despilfarro de ideas, energía, tiempo y dinero para ambas partes. Es mucho más rentable decidir primero qué tipo de servicio necesitas y de qué nivel. Tener claro cuánto estás dispuesto a pagar por él y hacer una buena prospección de los profesionales del sector que se ajusten a tus objetivos. Mantener una entrevista con los que parezcan más adecuados, conocer sus trabajos y obtener todas las referencias posibles sobre ellos.
A partir de aquí, se debe tener claro que cualquiera de las agencias o profesionales seleccionados, serán capaces de dar respuesta a tus necesidades, presentando las opciones que hagan falta y destinando todos los recursos que el proyecto precise, con la alegría y motivación de haber entablado una larga y fructífera colaboración para ambos.